Por: Nelli Itzanah Castro García

Solía creer que se trataba de subir a un escenario e interpretar diálogos y personajes, más tarde me di cuenta que no era más que un simple espejo al que tendría que limpiársele poco a poco.
Hace no mucho un maestro me dijo que la magia del teatro es el poder encontrarte a ti mismo dentro de mil cuerpos; en un principio no lo entendí, en ese momento creí que era una frase un tanto absurda, no obstante con el paso del tiempo, me doy cuenta que efectivamente se trata de un sueño, una fantasía en la que nadie está y sin embargo estamos todos.
Le veo como un paraíso o un infierno, o un ente cualquiera que gira y retorna cada que nuestros deseos lo imploran; como si la sociedad fuera el dramaturgo y la tierra el escenario.
El teatro ahora no es una escapatoria de la realidad, sino el enfrentamiento a todo aquello que antes creía como una verdad; el desprendimiento entre el pasado y mi presente, entre el cuerpo y la persona que antes creía como mi ser. Ahora no se trata de una distorsión individual, sino de una reestructuración esencial.
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