Por: Nelli Itzanah Castro García

Los fantasmas muchas veces parecen hacerse realidad tras la terrible alusión a ellos, llega un punto en el que atrozmente nos abrazan y no nos quieren dejar ir, nutren nuestras fantasías y nuestros pasados, creemos haberlos olvidado y sin embargo aquí estamos, reviviéndolos una y otra vez, recordando cómo éramos y qué hacíamos, anhelando nuestra juventud y escapando de nuestro presente.
Preferiría quedarme sin aliento y sin memoria, dejar de respirar para ya no poder regresar a lo que un día pude haber sido, me gustaría quedarme sentada tras aquel árbol seco de fuertes raíces y pocas flores, olvidarme de los mil fracasos que han pasado por la vida y atesorar lo poco que podría darme el viento. Sentirme como una rosa fresca y viva, no soñar ni esperar, solo mirar, sentir el suelo cálido debajo de mis raíces, conservar la fragancia del rocío frío y suave que ha de traer la noche tras la muerte del sol, quisiera postrarme sobre el fuego sin sentir que me quema, dejarme de mi sufrimiento y poner mis ojos sobre la psique del universo.
Volar junto a las aves de mil colores que muchas veces he dejado de mirar, desplegar mis alas poco a poco hasta dejar de sentir temor por aterrizar, cubrir mis plumas del calor de mi madre y el sollozo de mi alma, sostener mi voz sobre mi mente y detener el correr del tiempo para darme oportunidad de respirar, de vivir.
No me atrevo a dejar de mirar, soy curiosa y lo acepto, he sufrido y he alejado toda posibilidad de sentir algo. Mis dedos no me hablan y tampoco gritan, solo siguen las señales para poder plasmar mi desesperanza, mis labios ya no bailan, ya no besan, son mudos porque yo lo he querido, prefiero mutilar mi voz a arrastrar todas las flores a marchitarse junto a mí.
Comments